El CCCB propone, hasta el 2 de noviembre, una visita al universo y la obra de J.G. Ballard, una retrospectiva cuyo encabezamiento, “J.G. Ballard: Autòpsia del nou mil·lenni”, define a la perfección lo que se va a contemplar. La densidad expositiva requiere del visitante cierto grado de atención y de una segunda visita para poder abarcar todo el volumen de información, que ofrece desde entrevistas, referencias culturales y artísticas, influencias, instalaciones, etc. Todo ello para sumergirse en la figura y la obra de un creador complejo y desconcertante.

Por mi parte, confieso que la única referencia que tenía de Ballard era la película Crash (D. Cronenberg, 1996), un film ya por sí mismo de difícil digestión, basado en una de sus obras. Sorprendente fue descubrir que otra película, en este caso El imperio del sol (Spielberg, 1987) bebe directamente de una novela autobiográfica del autor, hecho esclarecedor además, ya que ayuda a comprender la idiosincrasia intelectual y emocional de un personaje apabullante. En Ballard, pues, se cumple la premisa de que vida y obra no pueden desligarse. Recordé entonces a otra figura desasosegante del marco intelectual y artísitico: Roman Polanski, cuyo universo desasosiega a la par que fascina.

La visión que Ballard tiene del individuo y de lo que le rodea es desalentadora, no niego que no sea acertada, pero descorazona y se muestra profundamente pesimista. No obstante, puede percibirse poesía, un tanto de melancolía incluso; y en algún momento destila cierta petulancia intelectual. Lo que no puede negarse es que despierta la curiosidad hacia él y su obra.

La visita es recomendable sin duda, y para los cinéfilos será de gusto descubrir algunas de la preferencias cinematográficas del autor. Un punto en el que coincido.